martes, 21 de febrero de 2012

Y AL FINAL FUE EL BLOG...

Comenzar un blog es un poco arriesgado para los no muy constantes y creo que la primera labor es dotar este medio de expresión de un sentido. Como, por mi edad, lo que mas poseo son recuerdos, para situarme en mi tiempo y lugar, voy a incluir un relato de mi infancia que me ubica allá por los años cincuenta del pasado siglo en el Madrid de Embajadores...

LA “LIEBRE”

Estaba sentado en el talud, junto a las vías,  un poco antes de entrar en la estación de Las Peñuelas. Con cierta frecuencia pasaba por allí, unas veces a comprar un cubo de “bolas” de carbón, otras a ganar unos céntimos ayudando a descargarlo. Ese día mi madre, con los ojos llorosos seguramente por alguna noticia leída en la carta que tenía en las manos me había urgido.

- ¡Vamos Pablito, tu eres el mayor, así que arreando! – 

Pese al riesgo, acepté que mis diez años y mi agilidad y rapidez me hacían el mas apto para cargar con el necesario trabajo… Recordé los consejos de “el Boni”, mi primo mayor

- Ya sabes que los paletos, para no pagar el fielato cuando traen comida a Madrid, avisan a la familia para que esperen a la entrada del tren y les tiran por la ventanilla los chorizo, las patatas o lo que traigan, así cuando llegan a la estación no tienen que declarar ni que pagar nada… Tu fíjate y cuando tiren un paquete no muy grande, adelántate al que lo espera y corre como una liebre… sea lo que sea le vendrá bien a tu madre. -

El traqueteo del tren que llegaba me puso sobre aviso. A mi alrededor había gente esperando nerviosa, algunos para recoger los paquetes y seguro que otros, como yo, esperando una oportunidad. Pasó la maquina, el primer vagón, el segundo… Un bulto no muy grande y envuelto con algo rojo salió despedido por una de las ventanillas… De un salto me puse paralelo al tren, atenace fuertemente el paquete y corrí, corrí, corrí…

Llegué agotado hasta la calle de Embajadores donde continué caminando deprisa. Al pasar por delante da la Fábrica de Tabacos me pasé la mano por el verdugón que me había marcado la patada recibida en la parte trasera de la pierna, ya casi no me dolía, ni tampoco la bofetada que señalaba mi cara, solo una cosa me angustiaba, llegar a mi casa con las manos vacías.



Una "carrera" en la espación de "Las Peñuelas" de Madrid.

5 comentarios:

  1. ¡Pablooooo! No te imaginas la alegría que me acabas de dar. Fíjate, que iba a editar una entrada en mi blog animándote a participar en este mundillo virtual, que tú debes de dominar como nadie porque, yo sé de tu experiencia y categoría en todas las disciplinas artísticas que llevas a cabo. Este rinconcito hay que darlo a conocer. Un besazo gordo!

    ResponderEliminar
  2. ¡Huy! con los nervios se me ha ido la coma después del "porque".

    ResponderEliminar
  3. Hola, me llamo Silvia,soy la administradora de La vieja encina, la culpa de mi intromisión aqui es de una tal Koncha Morales. Solo quiero desearte un buen comienzo en este mundillo blogero. Besos.

    ResponderEliminar
  4. Vengo también por tu rincón gracias a Koncha. Y desde luego me quedo, que ya con esta entrada y estos recuerdos de tu infancia me has dejado enganchada.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
  5. ¡Hola, Pablo! Soy Román, el hermano de Koncha. Bueno, como hermano de Concha soy Luis Miguel, pero como aquí estamos en terreno bloguero... Ya me ha hablado de ti y de tu arte. Y por lo que acabo de ver no me ha engañado en absoluto. Mucha suerte y paciencia, que seguro que te vendrá mucha gente por aquí. Yo, ya me quedo.
    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar